De gatos y leones
Existe la idea muy difundida de que los gatos, tal como los conocemos en la actualidad, son la versión involucionada o degenerada, «lo que quedó» de los poderosos grandes félidos, cuyo representante más famoso es el bello león, el bien llamado «Rey de la Selva», que estamos viendo desde pequeños, rugiendo espléndidamente al inicio de las películas de la Metro Goldwin Mayer y que tanto disfrutábamos en las funciones infantiles dominicales… pero es una idea errónea, pues el genus felis, al que pertenecen los gatos, precedió en 9 millones de años en su aparición al genus panthera, al que pertenecen los leones, tigres y otros grandes felinos.
Con el peligro de que este artículo le resulte un tanto aburrido a los menos curiosos, no puedo privar a los de vívida imaginación, deseosos de saber cómo surgieron nuestras amadas mascotas y su largo recorrido en la línea evolutiva, de la satisfacción de un nuevo conocimiento.
Hace más o menos 4.6 billones de años (puede poner o quitar algunos años), se piensa que se formó una pequeña bola de rocas, agua y gases, con lo que dio comienzo inmediato a un proceso de combinaciones de sus átomos en arreglos cada vez más complejos y que este fue el inicio de la maravillosa evolución de la vida en la Tierra.
Y ahora, permítanme dar un fabuloso salto en el tiempo hasta el Período Cretáceo, hace 65 millones de años, cuando prácticamente todo lo vivo en la Tierra pereció (dinosaurios, pterosaurios, plesiosauros, quedando muy poco de los restantes), se piensa que como consecuencia del oscurecimiento de los rayos del sol por el polvo proveniente del choque con nuestro planeta de un meteorito en Yucatán; con esto terminaba la Era Mesozoica y comenzaba la Cenozoica.
Entre los pocos supervivientes a la tragedia se encontraba una pequeña criatura tipo musaraña de unas 7-8 pulgadas de largo y que a partir de entonces, experimentó una rápida evolución radial, hasta que hace unos 60 millones de años, uno de sus muchos descendientes, el miacis, que comía carne y es considerado como uno de los primeros carnívoros verdaderos, comenzó su vía de desarrollo.
La característica distintiva del miacis fue su dentadura, que sirvió de base a la de todos los modernos carnívoros, Además de los incisivos, caninos, molares y premolares, aparecieron los dientes carnasiales, que fueron un nuevo “invento” de la naturaleza y diseñados específicamente para cortar la carne a manera de unas tijeras. Nuestros gatos y perros tienen carnasiales, pero los humanos no los tenemos. Estos dientes de “última generación” para la época, fueron cruciales para determinar la supremacía de los miácidos, permitiéndoles mejores presas y su mejor digestión, lo que significaba mayores miácidos en número, tamaño y fortaleza.
Los miácidos continuaron su evolución y hace 45 millones de años surge el profelis, considerado el antecesor de todos los felinos y que en otros 5 millones de años evolucionó en dos ramas: hoplophoneos y dinictis. La principal diferencia entre ellos radicaba en la estructura de sus mandíbulas; mientras que en los primeros, los caninos superiores alcanzaron enormes dimensiones y la articulación mandibular les permitía abrir desmesuradamente la boca, en los segundos, los caninos superiores e inferiores eran más balanceados. Ambos eran de cuerpo y cola alargados, patas cortas, con cabezas definitivamente felinas, pero eran plantígrados. Los gatos modernos son digitígrados, es decir, caminan sobre sus dedos, facilitándoles la carrera, mientras que el humano es plantígrado, caminando sobre todo su pie, lo que le facilita el estar parado.
En 15 millones de años más, el hoplophoneo evolucionó en smilodón, el famoso tigre «dientes de sable«, de apariencia completamente felina, digitígrado, pero con un cerebro muy pequeño, lo que posiblemente influyó en su desaparición hace unos 12,000 años, siendo el punto final de esta rama de desarrollo.
Mientras que esto sucedía con el hoplophoneo, el dinictis, que ya tenía membrana nictitática o “tercer párpado” continuó evolucionando en pseudaelurus, con características muy similares a los felinos modernos.
Hace 18 millones de años, el más antiguo de los modernos genus de gatos surgió de los pseudailurus: el acinonyx. La actual cheetah es la única especie de acinonyx que sobrevive en nuestros días. Hace 12 millones de años los pseudailurus evolucionan hacia en genus felis, los modernos pequeños felinos. Dos de estos primeros gatos modernos en aparecer fueron el Felis lunensis o gato de Martelli, y el Felis manul o gato de Pallas. Estos gatos tenían cerebros mayores y sorprendentemente con una estructura muy similar a la del cerebro humano. El gato de Martelli desafortunadamente está extinto, no así el gato de Pallas, que constituye en la actualidad, la especie viviente más antigua del genus felis. Nueve millones de años después, hace solamente 3 millones de años, apareció el genus panthera, a quien pertenecen los leones, tigres, leopardos y todos sus congéneres.
En algún momento entre la Primera y Segunda Era Glacial, hará unos 900,000 – 600,000 años, surgió un gato muy especial, el Felis sylvestris y que todavía existe entre nosotros como Gato Salvaje Europeo. Durante la segunda glaciación, los hielos se movieron desde el norte, empujándolo hacia el sur. Al mismo tiempo, los mares Mediterráneo y Negro se habían reducido grandemente en tamaño, proveyendo numerosos pasajes hacia África y hacia el este rodeando los Urales hacia Asia, permitiéndole extender sus dominias hacia esas regiones.
Pero al cambiar nuevamente el clima y derretirse el hielo, los mares se restablecieron y las especies emigrantes quedaron separadas unas de otras por agua, desiertos y montañas. Con el tiempo, aquellas especies de gatos salvajes aisladas en Africa se convirtieron en el Gato de las Arenas, el Gato Salvaje Africano, el Gato de las Forestas y el Gato de Patas Negras, mientras que su versión asiática se convirtió en el Gato de los Desiertos Chinos.
Uno de los muchos descendientes del Felis sylvestris fue el Felis líbica, también llamado Gato Salvaje Africano, que todavía existe entre nosotros y se considera el ancestro primario e inmediato de nuestros gatos domésticos.
Este artículo fue publicado originalmente en el No. 16 del Boletín Misifús en Julio del 2010.